lunes, febrero 20, 2006

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lunes, febrero 13, 2006

Yo leí lo que BUCOWSKY dijo y dije:

Pude reir y oir las risas, incluso la de las montañas. Miré arriba y abajo de sus azules laderas y aún hoy me pregunto ¿para qué nací?. Miré más abajo y vi lágrimas, eran las mías y las de los peces, juntas conformaban un lago.
Por las noches bebo mientras oigo el agua y la tristeza se esparce por todos lados, la puedo oir en mi reloj o ver en un papel tirado en el suelo, también cuando me calzo mis zapatos o en las perrillas de la cómoda, cuando vuelvo del trabajo y busco las llaves en mi bolsillo; la tristeza está ahí en el ticket de aquella lavandería donde la vi por última vez. Prendo un cigarro y ni siquiera el humo mantiene su condición.
Por las mañanas cuando logro dormirme, confundido entre sueños y pensamientos borrachos, todo me importa poco. Si es poco el amor o poca la vida no importa, nada puede ser tan malo. Caigo de mi cama y la escalo como a un templo de oscuras enredaderas. Vuelvo a nacer y con los ojos entreabiertos, pero sin madre, observo las paredes y salgo una vez más por los boulevards, los recorro y me adueño de las miradas, frente al cementerio robo las rosas que me devuelven los recuerdos necesarios para volver a llorar. Nací para eso.

CULMINACIÓN DEL DOLOR (BUCOWSKI)

Bukowsky dijo...
Oigo incluso como ríen
las montañas
arriba y abajo de sus azules laderas
y abajo en el agua
los peces lloran
y toda el agua son sus lágrimas.
Oigo el agua
las noches que consumo bebiendo
y la tristeza se hace tan grande
que la oigo en mi reloj
se vuelve perillas en la cómoda,
se vuelve papel sobre el suelo,
se vuelve calzador,
ticket de la lavandería,
se vuelve humo de cigarrillo
escalando un templo de oscuras enredaderas.
Poco importa
poco amor
o poca vida
no es tan malo.
Lo que cuentaes observar las paredes
yo nací para eso.
Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte